Seguimos con las recomendaciones para los primeros días de clases, o ¿por qué no?, recomendaciones que podemos utilizar en cualquier momento que sintamos que algo no anda bien en nuestra clase. En el anterior post hablábamos de dos de ellas: la primera: Crea una comunidad, y la segunda: Crea un ambiente seguro, agradable y disciplinado en la clase. Hoy avanzaremos con tres recomendaciones más.

Recomendación 3: Incluye a los alumnos en la elaboración de reglas, normas, rutinas y consecuencias.

La mejor manera de comprometer a un estudiante con el cumplimiento de un norma es que él mismo sea capaz de construirla, así como establecer y respetar sus consecuencias. En este orden de ideas, el maestro es un facilitador y guía que orienta el diálogo en la adecuada construcción de acuerdos que faciliten la convivencia en la clase. Este momento es importante porque todos deben participar. Dar responsabilidades a los estudiantes los empodera y les recuerda el control que deben tener de sus acciones.

Hacer reglas puntuales y en la menor cantidad posible… Hacer cinco me suena bien, cinco o tres reglas básicas, que tengan consecuencias puntuales y que en la medida que avanza la clase se pueden ir incorporando otras. Recordemos que por más reglas que tengamos, no garantizamos que sea mejor el comportamiento grupal. En este caso, unas pocas reglas, bien claras, puede ayudar a enfocar al grupo dejándoles ver con claridad lo permitido y  lo que no. El mejor momento de construir reglas en una clase es al inicio del curso, es fundamental que los estudiantes sepan qué esperar y que se espera de ellos. Más adelante estaré desarrollando este tema en un post solo para reglas de la clase.

Recomendación 4: Crea una variedad de canales de comunicación.

Ofrece a tus estudiantes la posibilidad de comunicarse contigo a través de canales diversos. Esto con el ánimo de llegar a todos ellos y que lleguen a ti por la vía que tenga más confianza y seguridad por ejemplo:

  • Anima a los alumnos a comunicarse contigo por Internet.
  • Intenta estar disponible en diferentes momentos del día.
  • Coloca un buzón de sugerencias en tu escritorio para que los alumnos puedan dejar notas anónimas.
  • Pídeles a los alumnos que entreguen diarios de proyectos o cuadernos semanales.

Por otro lado establece también canales de comunicación entre ellos.  En este sentido cito a Rebecca Alber:

 Los alumnos crecen emocional y socialmente cuando comparten sus ideas y su intelecto con los demás estudiantes. Como maestros, explícitamente debemos dedicarle a esto la mayor cantidad de tiempo posible.

Finalmente también nos recomienda:

En cuanto a los grupos de estudiantes, procura mezclarlos con frecuencia para que no se formen “camarillas”. Si rotas constantemente los grupos y los pares, en poco tiempo todos los alumnos habrán compartido alguna actividad con los demás estudiantes, y las conexiones serán visibles. Finalmente, cuando estés hablando con toda la clase, usa frases que sean alentadoras en lugar de acusatorias, negativas o desalentadoras. Como maestros, continuamente debemos modelar las conductas —y el lenguaje— que deseamos ver en nuestros alumnos.

Recomendación 5: Siempre sé tranquilo, justo y coherente.

Un maestro desesperado transmite descontrol. Muéstrate tranquilo y dinámico, pensando con calma antes de actuar pero con la agilidad de no quedarte en el camino. Si logras un balance entre las emociones lograras trasmitir ese mismo balance a tus estudiantes. Crea vínculos desde el corazón. Que tus estudiantes te perciban como una persona justa  y coherente con lo que dice y hace.

Aquí una recomendación de Edutopia… Mi súper revista virtual:

Tranquilidad: Siempre ten una conducta tranquila y firme, incluso si la cabeza y el corazón te dicen que actúes de otra manera. (Nunca respondas a la furia, el sarcasmo o el enojo de un alumno con la misma emoción.) ¡Usa tu capacidad de actuación que todos aprendemos como maestros! Y cuando sientas que te hierve la sangre, recuerda esto: los niños no confían en los maestros reactivos y, por lo general, no los respetan. El miedo nunca debe ser el gran motivador en nuestras clases.

Como seres humanos, no caemos bien a todos y no todos nos caen bien por decirlo de alguna manera. Sin embargo, debemos ser justos y no caer en preferencias.

 Para asegurarte de que eres justo, recuerda hacer lo siguiente:

  • Evita llamar o escoger a los mismos alumnos una y otra vez.
  • Reconoce ante la clase que se ha hecho una excepción (para un estudiante, otro período de clase o un grupo) y, si es posible, explica por qué.
  • Mantén una línea firme entre las reglas y las rutinas. Las reglas traen consigo consecuencias, mientras que las rutinas tienen recordatorios.

Tomo algunos aspectos de forma literal porque explican muy bien la idea, como por ejemplo:

Coherencia: Si tienes un día con altibajos, mantén el curso y no cambies la agenda de ese día o la estructura de la clase. Esto ayuda a que los niños se sientan seguros.

Finalmente y para mí lo más importante: Modelar la conducta positiva. Somos el ejemplo, como bien decía al inicio, si quieres una clase ordenada y tranquila, llénate de la tranquilidad y orden que tanto esperas. Tendrás la clase que quieres, en la medida que lo puedas ejemplificar con tus acciones a tus estudiantes en cada momento.

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